FONDAS
A LA RANCAGUINA
por
Daniel Miranda. - 20 Septiembre, 2001
Lo intentamos, tratamos de no ir, ¿pero como?, sería dejar
nuestras ya atrofiadas y agringadas tradiciones, entonces decidimos ir...
Primero el lugar, tomamos el colectivo familiar y nos las
echamos, recogimos a mi mamá y continuamos rumbo al parque industrial
(mas parece un peladero). Llegamos y decidí estacionar lejos de la
muchedumbre para asegurar el bienestar de mi empolvado toco.
Caminamos entre la congestión de las viejas micros con el típico
“a las fondas” dibujado en las ventanas y los colectivos llenos de
banderitas celebrando las glorias (o derrotas) del ejército (era el 19).
Desde lejos se comenzó a escuchar el retumbar de los parlantes con
sonidos electrónicos que reproducían las multidifunfidas cumbias sound,
que ya son parte de nuestra oreja criolla. Tampoco quiero decir que solo
debe haber cuecas y tonadas, ya que la gente debe celebrar con lo que
sienta que le provoca alegría. Pero sería bueno que al menos para el
dieciocho se nos caiga la chupalla y nos pongamos las hojotas para
recordar nuestras raíces, yo creo que no es culpa de los fonderos, es
responsabilidad de todos exigir la difusión de nuestras reales
tradiciones.
Bueno a lo nuestro, entramos por un pasillo y ahí estaban
las cocinerías ofreciendo chicha, pipeño, chacolo, empanadas y
anticuchos, de fondo el sonido de una banda sintetizada reproduciendo
cumbias famosas, el sonido era un aplastante chillido de platillos y
pianos con un retumbante bombo y bajo marcando los compases, era atroz...
mas que llamar a la gente a entrar la espantaba, dos tímidas parejas se
contorneaban al son de estridente ritmo.
Había un enjambre de vendedores ambulantes ofreciendo
globos, maníes, cabritas y otros entremeses, también pequeños puestos
con los clásicos juegos de ruletas para ganarse algún engañito plástico
“para los regalones”, “a cien la vuelta, a cien la vuelta...”
gritaba la señora haciendo publicidad a su negocio... muchos puestos
ofreciendo gorros, no sé porqué extraña razón este rubro es tan
popular, había por lo menos seis puestos con esa mercadería, debe irles
bien, mmmm... voy a pensarlo “pa’ este otro año”.
Tambien estaba la infaltable lota con granos de maíz, la
exclusiva chichería y brebajes con envases para llevar. Los penetrantes
aromas de los “sanguches de potito”, los carros de papitas fritas,
completos y churros... ah! también estaba el clasiquísimo “culli”
que apenas los suelta corre a esconderse en una casilla cuyo numero nadie
tiene.
Luego de mirar, nos aproximamos al área de los juegos
infantiles y he aquí donde me comencé a molestar, la verdad todo no
estaba tan mal, había buen tiempo, una brisa corría desde el sur
amenizando el ocaso, pero cual fue mi sorpresa, ese lugar de
esparcimiento, donde se aglomera la mayor cantidad de publico, destinado a
los mas pequeños. Toda esa cagada estaba montada sobre un botadero de
escombros, como rechu.. perdón, como cresta se le ocurrió al chanchito
brilloso y colorado (como dice un amigo), este alcalde de pacotilla, gil y
ahueonado, por una razón que no se entiende cambió las fondas desde la
media luna monumental de Rancagua hasta este peladero estéril... ni se
tomaron la molestia de quitar los escombros, había piedras o mas bien
trozos de concreto del tamaño de una pelota de baby-fútbol, muchas mas
como de la mitad, mas encima la brisa de que les hablaba levantaba una
polvareda que ni les cuento, los niños se ahogaban o lloraban por alguna
basura que les penetro en un ojo. Los juegos impregnados de polvo, además
había que hacer dos filas una para comprar los pases y otra para pasar a
los juegos que eran atendidos por un puñado de ineptos, las señoras con
sus bebes en brazos debían sortear los hoyos y las piedras del suelo y
además treparse como pudieran a las inseguras y sucias (por el polvo)
instalaciones. La verdad una aberración de principio a fin. Más encima
oscuro, lo que lo hacia un festín para los jotes carteristas y
delincuentes varios...
El colmo de la pincatería lo hacia la comunicación de la
administración de la “empresa de entretención” con sus
controladores, era a viva voz por los altavoces que reproducían mas
cumbias sound. Simplemente rasca.
Choreados por tanta porquería nos devolvimos a los pasillos
de las fondas que como fuece estaba mucho mejor, pero ahí me puse a
reflexionar:
Porque no hay un escenario grande, donde desfilen artistas
locales ofreciendo el fruto de su trabajo “El grupo telar” por
ejemplo, hay varias agrupaciones folkloricas mas, otros artistas, como
grupos jóvenes locales, competencias de payas, y cosas como esas, en esos
dias y no durante la semana (alcalde ahueonao) cuando nadie puede ir
porque trabajamos, ¿cachai? TRABAJAMOS... no como voh, que tu trabajo es
mal gastar la plata que te da el gobierno de la concertación (aunque te
duela). Las hueas se hacen esos días, cuando la gente sale con su familia
a gastar los pocos pesos que quedaron porque no pagaron la luz este mes...
Al recorrer los demás pasillos escuche al más chico de
“Los Perlas” entonar una cueca chora que se reproducía desde un pequeño
puesto de papas fritas a través de una abollada bocina de
“perifoneo”, fue lo único de folklore que escuche en mi aventura
fondera de tres horas.
No puedo dejar de mencionar los puestos de artesanía que
ofrecían su mercancía a los visitantes, había como veinte puestos en
total, de los cuales cinco (con cue’a) vendia realmente artesanía, los
demás puras weas orientales o de patronato.
Al final ya nos veníamos, después de comprarle un gorrito a
mi bebé y con caballito “made in china” que a él le gusto... vimos a
un pequeño niño vomitando, porque su cuerpo no resistió más comer
tanta mugre junta...
Luego de hacer balance, las del año pasado, con lluvia y
todo, bastante mejores (al menos para los visitantes), mas ordenado, mas
limpio, mas central, mejor... pero este año la picantería se hizo
notar... bastante.
Esperemos que para el próximo año sea mejor...
Éxitos a todos.
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