Del Otro Lado

Te.. te.. te.. te.. te.. te.. te.. (Mi Jianjio)

 

Actualizado: Miércoles, 03 de Octubre de 2001

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FONDAS A LA RANCAGUINA

por Daniel Miranda. - 20 Septiembre, 2001

Lo intentamos, tratamos de no ir, ¿pero como?, sería dejar nuestras ya atrofiadas y agringadas tradiciones, entonces decidimos ir...

Primero el lugar, tomamos el colectivo familiar y nos las echamos, recogimos a mi mamá y continuamos rumbo al parque industrial (mas parece un peladero). Llegamos y decidí estacionar lejos de la muchedumbre para asegurar el bienestar de mi empolvado toco.

Caminamos entre la congestión de las viejas micros con el típico “a las fondas” dibujado en las ventanas y los colectivos llenos de banderitas celebrando las glorias (o derrotas) del ejército (era el 19). Desde lejos se comenzó a escuchar el retumbar de los parlantes con sonidos electrónicos que reproducían las multidifunfidas cumbias sound, que ya son parte de nuestra oreja criolla. Tampoco quiero decir que solo debe haber cuecas y tonadas, ya que la gente debe celebrar con lo que sienta que le provoca alegría. Pero sería bueno que al menos para el dieciocho se nos caiga la chupalla y nos pongamos las hojotas para recordar nuestras raíces, yo creo que no es culpa de los fonderos, es responsabilidad de todos exigir la difusión de nuestras reales tradiciones.

Bueno a lo nuestro, entramos por un pasillo y ahí estaban las cocinerías ofreciendo chicha, pipeño, chacolo, empanadas y anticuchos, de fondo el sonido de una banda sintetizada reproduciendo cumbias famosas, el sonido era un aplastante chillido de platillos y pianos con un retumbante bombo y bajo marcando los compases, era atroz... mas que llamar a la gente a entrar la espantaba, dos tímidas parejas se contorneaban al son de estridente ritmo.

 

Había un enjambre de vendedores ambulantes ofreciendo globos, maníes, cabritas y otros entremeses, también pequeños puestos con los clásicos juegos de ruletas para ganarse algún engañito plástico “para los regalones”, “a cien la vuelta, a cien la vuelta...” gritaba la señora haciendo publicidad a su negocio... muchos puestos ofreciendo gorros, no sé porqué extraña razón este rubro es tan popular, había por lo menos seis puestos con esa mercadería, debe irles bien, mmmm... voy a pensarlo “pa’ este otro año”.

Tambien estaba la infaltable lota con granos de maíz, la exclusiva chichería y brebajes con envases para llevar. Los penetrantes aromas de los “sanguches de potito”, los carros de papitas fritas, completos y churros... ah! también estaba el clasiquísimo “culli” que apenas los suelta corre a esconderse en una casilla cuyo numero nadie tiene.

Luego de mirar, nos aproximamos al área de los juegos infantiles y he aquí donde me comencé a molestar, la verdad todo no estaba tan mal, había buen tiempo, una brisa corría desde el sur amenizando el ocaso, pero cual fue mi sorpresa, ese lugar de esparcimiento, donde se aglomera la mayor cantidad de publico, destinado a los mas pequeños. Toda esa cagada estaba montada sobre un botadero de escombros, como rechu.. perdón, como cresta se le ocurrió al chanchito brilloso y colorado (como dice un amigo), este alcalde de pacotilla, gil y ahueonado, por una razón que no se entiende cambió las fondas desde la media luna monumental de Rancagua hasta este peladero estéril... ni se tomaron la molestia de quitar los escombros, había piedras o mas bien trozos de concreto del tamaño de una pelota de baby-fútbol, muchas mas como de la mitad, mas encima la brisa de que les hablaba levantaba una polvareda que ni les cuento, los niños se ahogaban o lloraban por alguna basura que les penetro en un ojo. Los juegos impregnados de polvo, además había que hacer dos filas una para comprar los pases y otra para pasar a los juegos que eran atendidos por un puñado de ineptos, las señoras con sus bebes en brazos debían sortear los hoyos y las piedras del suelo y además treparse como pudieran a las inseguras y sucias (por el polvo) instalaciones. La verdad una aberración de principio a fin. Más encima oscuro, lo que lo hacia un festín para los jotes carteristas y delincuentes varios...

El colmo de la pincatería lo hacia la comunicación de la administración de la “empresa de entretención” con sus controladores, era a viva voz por los altavoces que reproducían mas cumbias sound. Simplemente rasca.

Choreados por tanta porquería nos devolvimos a los pasillos de las fondas que como fuece estaba mucho mejor, pero ahí me puse a reflexionar:

Porque no hay un escenario grande, donde desfilen artistas locales ofreciendo el fruto de su trabajo “El grupo telar” por ejemplo, hay varias agrupaciones folkloricas mas, otros artistas, como grupos jóvenes locales, competencias de payas, y cosas como esas, en esos dias y no durante la semana (alcalde ahueonao) cuando nadie puede ir porque trabajamos, ¿cachai? TRABAJAMOS... no como voh, que tu trabajo es mal gastar la plata que te da el gobierno de la concertación (aunque te duela). Las hueas se hacen esos días, cuando la gente sale con su familia a gastar los pocos pesos que quedaron porque no pagaron la luz este mes...

Al recorrer los demás pasillos escuche al más chico de “Los Perlas” entonar una cueca chora que se reproducía desde un pequeño puesto de papas fritas a través de una abollada bocina de “perifoneo”, fue lo único de folklore que escuche en mi aventura fondera de tres horas.

No puedo dejar de mencionar los puestos de artesanía que ofrecían su mercancía a los visitantes, había como veinte puestos en total, de los cuales cinco (con cue’a) vendia realmente artesanía, los demás puras weas orientales o de patronato.

Al final ya nos veníamos, después de comprarle un gorrito a mi bebé y con caballito “made in china” que a él le gusto... vimos a un pequeño niño vomitando, porque su cuerpo no resistió más comer tanta mugre junta...

Luego de hacer balance, las del año pasado, con lluvia y todo, bastante mejores (al menos para los visitantes), mas ordenado, mas limpio, mas central, mejor... pero este año la picantería se hizo notar... bastante.

Esperemos que para el próximo año sea mejor...

Éxitos a todos.

 

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